viernes, 20 de agosto de 2010

Sólo eso...

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Yacía tirado sobre los duros adoquines de una calle de mi ciudad. Era de noche, seguramente haría frío, no lo sé, no podía sentirlo, como tampoco podía sentir otra cosa que no fuese dolor.

Dos chicas, bueno, si se les puede llamar así, a dos seres alados de colmillos afilados como sables y ojos rojos, en los cuales, si se observaba bien, podías ver odio, lujuria, placer, bueno, esto último solo tras matarme.

Iban vestidas con ropas negras, mallas y cuero en su mayor parte, una era rubia, y la otra de pelo negro, las dos igual de atractivas, y sobre todo, deseables.

Yo las veía retorciéndome en dolores, salpicado de sangre, agonizando... Una de ellas, la rubia, lamía la sangre que brotaba a raudales de mis venas rotas, la otra la observaba y reía. La sangre que caía de su boca, como si de una cascada se tratase, quedaba dividido en finas lineas de sangre, como hilos que resbalaban por su pálida tez, y que seguían su cauce por la barbilla, que hizo que las gotas de sangre cayeran a su cuello y siguiesen resbalando hacia sus pechos, que como pude darme cuenta, no eran pequeños...

La de pelo negro tenía encendidos sus ojos mientras veía a su compañera, si se puede decir así. Mis parpados empezaron a cerrarse, y veía borroso. Cuando los volví a abrir, era incapaz a respirar, pero podía vivir, con las pocas fuerzas que tenía conseguí mirar el pulso, no tenía presión sanguínea.

Pero ellas dos seguían sin hacerme caso, se estaban besando con los restos de mi sangre aún en sus bocas, la que había estado antes mirando, ahora pasaba su lengua por la sangre de los labios de su "compañera", luego por su barbilla, segundos mas tarde por su cuello, hasta que, como una fiera que acaba de salir en libertad, lanzó su boca contra los senos de la otra, que gritaba... de placer.

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Yo, mientras tanto, empezaba a sufrir de nuevo esos dolores de antes, solo que estos se concentraban en mi espalda. Sentí como se desgarraba mi carne, como se abría mi piel, como empecé a tener sed, sed de sangre, sentí como unas enormes alas negras eran las culpables de aquel dolor en mi espalda.

Para entonces, las dos, por lo que se ve, "amigas", habían empezado a hacerme caso, una reía, y la otra me miraba de reojo mientras seguía en su "labor"...

Dejó de lamerle los pechos y pasó a mirarme a mí, las dos me miraban ahora con intriga, una de ellas sacó un espejo. Mis ojos, mis ojos eran rojos como los suyos, y mis alas eran aún mas negras de lo que pensaba, mas aterradoras...

La que había estado bebiendo de mis venas, se acercó a mi y dijo:
-Bienvenido a nuestro mundo. Guapo...

Y su amiga añadió:
-Ahora sentirás lo que es vivir en lo oscuro, ser un monstruo, lo que siempre has querido...

Yo no podía moverme, mis ojos lo observaban todo diferente, me dí cuenta de que mis alas se movían como si tuvieran vida propia. Estaba nervioso.

-¿Acaso no tienes lengua?, déjame que lo compruebe...- Y esto me dejó aún mas helado de lo que estaba, la preciosa vampiresa de pelo negro, que había bebido la sangre que a su amiga le salía de la boca se acercó lentamente a mí, su aliento era ardiente, y su lengua como una serpiente que se enroscaba en mis labios, y que se introducía en mi boca sin que yo hiciese nada, su lengua rozaba la mía y la sangre me sabía como nunca habría imaginado, su lengua me hacía sentir diversas sensaciones, como un limón exprimido en la boca, como miles de explosiones en mi sistema nervioso, como la sensación de una montaña rusa mientras baja a oda velocidad, pero también sentía rosas negras a mi alrededor, que acolchaban mi cuerpo en un sentimiento del que nunca querría salir, pero la otra vampiresa me hizo dejar de pensar.

-Creo que si sigues así vas a hacer que te ataque y beba toda u sangre, está hambriento, y es nuevo en esto...- lo dijo con toda la naturalidad del mundo.

-Lo está pasando bien, seguro que no se olvida de mi lengua...- Dijo la que segundos antes estaba haciendo que me olvidase de cualquier cosa con un simple beso.

-Tengo sangre de sobra, y podré aguantar, que beba de mi cuello...- Continuó su amiga.

Y así, aquella vampiresa, la rubia, se cortó una fina línea en su cuello de la que brotaba sangre, y yo bebí hasta que ella levantó mi cabeza, y sin pensarlo dos veces me besó con tal fuerza que creí que iba a romper mis labios, si la lengua de la otra era como una serpiente, la de esta como una tigresa ágil y rápida, que se juntaba con mi lengua de forma rápida y demoledora, ahora no había rosas, pero si explosiones, veía fuego intenso, sangre, placer ante todo...

Yo no tenía hambre tras haber bebido, y ellas tenían ganas de jugar, entonces pude hablar...

-Juguemos...- dije.

Nuestros cuerpos se movían de forma antinatural, rápidos entre las calles, y cuando quisimos darnos cuenta , estábamos tirados sobre una lápida haciendo el amor, al principio tan solo eran gemidos lo que se oían, ¿pero que mas daría que viniese algún humano?, a fin de cuentas, tan solo sería nuestro aperitivo... ¿Qué se le va a hacer?, éramos vampiros...

De los gemidos pasamos a los jadeos, de ahí a los gritos, y de los gritos, a sonidos inhumanos, chillidos, bramidos, no sólo parecíamos bestias, lo éramos...

Pero no legué a acabar aquello, porque solo era un sueño, como todo lo que me habría gustado, la realidad duele...

Un sueño... Solo eso...

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Lo de las imágenes es para darle ambientillo XD...

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